viernes

"Un poco de teatro francés"



MIRTA BUSNELLI Y PAUL DESVEAUX

Después de Núñez, su personaje en Los exitosos Pells, la actriz vuelve a encarnar a una madre en Hasta que la muerte nos separe, que se estrena hoy.

Bilingües. Desveaux es amigo de Rémy De Vos, autor de la pieza que se vio en España y Francia. Eligió a Busnelli “por esa locura que tiene”.



Parada en una esquina del escenario, Mirta Busnelli intenta practicar su francés: cierra los ojos, revuelve en su memoria escolar y, finalmente, le dice al director –que no habla castellano–: “Il y a un problème”. Después, se ríe de su logro y explica que en el texto hay una ambigüedad. Entonces, director, actores, productora y traductora discuten el significado de la frase original, la traducen al castellano y hacen el cambio que sugirió la actriz. Esto es un ensayo de Hasta que la muerte nos separe, a cargo del francés Paul Desveaux, que se estrena esta noche en El camarín de las musas y en la que, lejos de Núñez, ese personaje delirante y pasional de Los exitosos Pells, Busnelli vuelve al teatro y, además, a representar a una madre.

“Ay, las madres me tienen harta”, dirá al salir del plató con su voz nasal y esa manera de hablar tan particular que parece bordear la risa. “Hice de madre en Los padres terribles, una obra anterior, hice de madre en Mujeres asesinas...”. Lo que pasa es que cuando decido una propuesta inciden muchos factores: la gente, el material, el personaje, y acá se daba todo. Igualmente, la obra se me convirtió en una excusa para zapar teatro, para ejercer mi trabajo lejos de la tele, y ahora, además, ¡para practicar francés! Así que si la obra no era demasiado mala (risas) yo iba a trabajar”.

El director, a quien le acaban de traducir la respuesta de Busnelli, larga la carcajada. Amigo de Rémi De Vos, el autor de la obra –premiada y estrenada previamente en París y Barcelona–, llegó a Buenos Aires como parte de un proyecto para montar textos franceses con actores argentinos. “Es una obra perfecta para trasladar, un formato corto, con sólo tres actores y una historia universal que hace reír y a la vez emociona: gente común –una madre, un hijo y su novia– en una situación un poco extraordinaria, porque es el día del funeral de la abuela, que a través de pequeños movimientos internos terminan revelando las relaciones entre sí”.

–¿Por qué elegiste a Mirta?

D: –Cuando la vi en el video del casting, supe que iba con el texto, por esa locura que tiene, ese humor y al mismo tiempo un gran dominio técnico.

B: –Y la humanidad, dijo la humanidad, ¡no te olvides de traducir eso! (le dice a la traductora).

–¿Estás de acuerdo con esto de la locura, Mirta?

B: –(Silencio)... Y sí...

–¿Cómo es tu personaje?

B:
–Es una mujer que está en un momento muy difícil de su vida porque se acaba de morir la madre, hace muchísimo que no ve a su hijo, nunca supo muy bien cómo ser madre y, en este reencuentro con él, aparecen los reproches. Además, se mueve por normas rígidas como si fueran una tabla de salvación.

–¿Solés intervenir en la construcción de los personajes?

B: –Sí, me interesa que la obra se teja entre todos y en este momento no concibo el teatro si no es de esa manera.

–¿Incluso con Daulte (Nunca estuviste tan adorable) y Spregelburd (La modestia), que tienen una impronta muy personal, pudiste trabajar así?

B: –Sí, porque en esos casos las obras las fueron escribiendo sobre el trabajo, las fueron terminando en los ensayos. Ahora, como somos menos, esa posibilidad de intervenir se potenció.

–Sos una figura constante en el teatro independiente, ¿lo buscás?

B: –En realidad se dio, pero de alguna manera podría haber pasado por al lado mío sin que me metiera. Hace varios años, yo tenía toda una formación más stanislavskiana, pero empecé a ir a las muestras de estudio de Bartís y me parecía que ahí había más teatro que en todo lo demás que veía en Buenos Aires. Entonces me puse a estudiar con él, cuando ya era grande, y cambió todo.

Busnelli le explica a Paul, en francés, lo que está contando, y el director vuelve a sonreír, la mira algo fascinado y le dice: “No me equivoqué eligiéndote como actriz”.

–¿Hay alguna sintonía entre lo que se produce en teatro en Buenos Aires y lo que se produce en París?

D: –Yo me siento cercano. En París, además, vi Acassuso (de Spregelburd), La omisión de la Familia Coleman (de Tolcachir) y Espía a una mujer que se mata (de Veronese). Veronese me impresionó mucho...

B: –Sintonía hay, sin ninguna duda, porque Paul y nosotros tenemos una misma manera de pensar el teatro y trabajamos en conjunto. Ahora, si después la obra resulta un plomo... ¡toda la culpa va a ser de él!l

Hasta que la muerte nos separe. El Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. Entradas 30 y 15 pesos. Viernes y sábados a las 20.30.

Del teatro elegido a Verónica Castro

“Hace mucho tiempo me di cuenta de que uno empieza a trabajar porque le gusta ser actor, después la gente te va conociendo, después hacés personajes más importantes, después te pagan más, después tenés que cuidar tu cartel y después ya no sabés qué estás haciendo. En un momento me di cuenta de que ya no me daba ganas de invitar a la gente que más respetaba a las obras y ahí me dije: “Ey, ¿qué estoy haciendo?”, y empecé a elegir.

–¿Esa manera de pensar la trasladás a la tele?

–En la medida que puedo, sí. Pero la televisión es industrial. En los Pells estuve porque me gustaba el grupo de actores, de realizadores, y me permitieron grabar tres veces por semana, si no, no lo habría hecho.

–¿Cómo quedás después de un personaje que se vuelve masivo, ahora que te gritan “Núñez” por la calle?

(Se encoje de hombros, estira la boca en una mueca que parece indicar “no pasa nada” y se ríe).

–Verónica Castro va a hacer tu papel, ¿hablaste con ella?

–No, pero me da mucha curiosidad lo que va a hacer.





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