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Mirta Busnelli: “En la televisión se trabaja en exceso”

A Mirta Busnelli le gustan los desafíos. En cada papel que interpreta demuestra su enorme ductilidad y una nueva arista de la actuación. Le sobran los recursos, nunca se repite y siempre vuelve a sorprender. Durante el año último, el público la pudo ver en teatro haciendo Los padres terribles y en televisión, Socias, Todos contra Juan y Mujeres Asesinas y filmó “Nunca estuviste tan adorable”. Hoy, trabaja en Los exitosos Pells, en Telefé, donde la convocaron para una participación especial en la cual debía interpretar a la más mala de todos. Y se convirtió en una de las figuras de la tira. Busnelli, una de las actrices más requeridas y queridas en el ambiente del espectáculo, empezó su carrera de muy joven, de la mano del director Juan Carlos Gené. Desde entonces, trazó el camino que hoy la muestra como una mujer serena, reflexiva, que disfruta de su presente y elige cada papel que interpreta.

¿Le gusta componer un personaje tan histriónico y tan malo como hace en Los exitosos Pells?
Me encanta, cada vez que me pongo en el papel, lo paso bien. Mi personaje es un monstruo, sucede que, al tratarse de una comedia, el humor hace que uno pueda divertirse con cosas horrorosas. Marcela Núñez, a quien interpreto, es una mujer excesiva que busca en el lugar equivocado. Aunque hay gente que quiere avasallar a todo el mundo y no se le nota tanto porque son menos explícitos. Mi personaje no puede evitar los impulsos, se deja llevar. Todos los que hacemos los Pells sentimos que el programa está bueno, que está saliendo bien. No digo que todo es maravilloso, pero está saliendo bien. Al hacer una comedia se generan situaciones fantásticas, por momentos, hasta inverosímiles, pero también hay algo del humor y de la tónica del programa que la gente acompaña, porque el programa da algo que es placentero.

En los Pells se compran noticias y se compite ferozmente. ¿Cree que el programa refleja la lucha descarnada que se da actualmente en la televisión? Sí, algo de eso muestra. Siempre digo, y no entiendo cómo, en este medio, se toma con total naturalidad el hecho de que un programa de noticias tenga que ser exitoso en el sentido de producir ratings. Esto es bastante curioso, porque se dan noticias para cumplir con un servicio, para informar, prevenir, o lo que fuere. No se la debería tomar como un negocio a la información. El noticiero no debería medir, nada debería medir, excepto lo que es medible. No me parece apropiado para el producto en sí mismo conocer el número de gente que lo ve o no lo ve. Pero sabemos que los espacios se venden y el negocio de la televisión, tal como lo conocemos hoy en día, es estructural. Por suerte, algunos canales están salidos del negocio y hacen una televisión en el mejor sentido, como el caso del canal Encuentro.

¿Le atraen más los proyectos independientes que los comerciales?
Me gusta actuar y me gusta que lo que estoy haciendo salga bueno y quede bien. Por eso trato de involucrarme, en la medida en que puedo, en proyectos que después me vaya a gustar verlos. De todas formas, nunca, cuando se acepta un trabajo en este medio, se sabe de qué manera va a terminar, porque los productos pasan por muchas áreas y por imponderables.

¿Qué condiciones tiene en cuenta para sumarse a una propuesta?
Analizo si conozco o no a los directores, si el elenco me es afín, si el libro me gusta. Hay algo que va configurando una constelación del programa y, entonces, digo que acá puede ser una situación propicia para trabajar. Por ejemplo, el año pasado, cuando me llamaron para trabajar en algunos capítulos del unitario Socias, dije que sí, en buena parte, porque lo dirigía Pablo Fischerman. Tuve una experiencia muy linda con él en Por ese palpitar. Me enciende trabajar con él, por supuesto que también las actrices influyeron.

En el 2008 se la pudo ver en varios programas. ¿Le gusta participar de varios proyectos al mismo tiempo?
Prefiero no estar haciendo un montón de cosas simultáneamente por una cuestión de energía. Hay gente a la que le gusta hacer muchas cosas al mismo tiempo y tiene la fuerza. También están las necesidades que la gente puede tener. Por mi modalidad, si ya estoy doce horas trabajando en cine o en la tele, no tengo ganas de seguir, mi cuota de actuación está cumplida. Pero no todo está ordenadito, no se termina de realizar una cosa y recién empieza la otra. Tener trabajos superpuestos por mucho tiempo, no es de mi agrado.

Hace muchos años que trabaja en la televisión. ¿Qué le parece la tele de hoy?
Sólo hablo de la ficción, la otra televisión, me excede y no me interesa meterme en ese tema. Además, no me la quiero agarrar con los programas, aunque sé que hay responsables y también hay gente que consume esos programas Todo es una cuestión de gustos. En nuestra televisión, se trabaja muchísimo y muy bien, los técnicos, guionistas y directores corren con una infraestructura y tiempos que son una locura. Hacen las tareas mucho mejor de lo que se puede. Pienso que en la televisión se trabaja en exceso. La televisión es un exceso. Personalmente, me gustaría que hubiera otro tiempo y otra manera de trabajar, lo digo yo, que participo de una producción que está cuidada y que tiene el deseo de ser respetuosa con lo que está haciendo.

¿Le importa la opinión del público?
Sí, claro que me importa, pero no vivo pendiente. Pero, sobre todo, me importa que a mí me guste lo que hago y que la gente que valoro me diga “qué bien te salió”. En ese momento, me tranquilizo, todo se pone en orden, siento que está bien ser actriz, me reconcilio conmigo y me calmo.

¿Se pelea a veces con la elección de la profesión?
No, pero uno no siempre está trabajando en algo que le gusta plenamente y, además, no sabe de qué manera va a salir porque depende de muchos factores. En algún sentido, me siento muy agradecida, porque la última obra que hice en teatro, Los padres terribles, me encantó, pero me puede pasar que la próxima no salga tan buena, aunque los actores sean buenísimos. Uno siempre está apostando, se está exponiendo.

¿Siente que por ser más grande, la llaman menos para actuar?
Puedo entender que a la gente le guste ver cuerpos jóvenes y caras lindas. Hay algo que comprendo de eso y, por otra parte, se potencia con el hecho de que la juventud y la belleza son lo que más vende. Pero cuando se ve a una mujer o un hombre grande arriba del escenario, me atrae mirar ese cuerpo con una vida detrás. Esos cuerpos mandan en el escenario y, si son buenos actores, mucho mejor. Un buen trabajo también habla de belleza. Por suerte, el escenario es muy democrático. No soy ajena al paso del tiempo, me gustaría que no me interesara, pero me importa. Cuando sos más grande, se achican las posibilidades de roles y te empiezan a dar roles de madre, de abuela, de tía, por esa gente no pasa la sexualidad.

¿Alguna vez pensó “si tuviera veinte años…”?
Por momentos, quisiera ser más joven para tener más fuerza, más ganas, pero, en muchos otros sentidos, me siento disfrutando más ahora. Casi siempre, uno quiere todo. Me gustaría tener esta posibilidad de disfrute y todas las edades. Pero la verdad es que estoy agradecida con este momento de la vida, me gustaría que este tiempo que estoy viviendo me durara, que no fuera ocasional, me siento contenta con lo que tengo.

¿Siempre quiso ser actriz?
No, al principio, estudié psicología, hice casi media carrera y después, a los veinte años, me puse a estudiar teatro. Por años, mamá me mandó a estudiar danzas, pero en casa no tenían nada que ver con la actuación. En la familia de papá, cantaban, mi abuela tocaba el piano, pero papá trabajaba en una imprenta, aunque era un hombre con muchísimo humor, era histriónico, siempre hacía bromas. Mamá sigue siendo ama de casa.

¿Cuándo empezó a estudiar teatro?
Mi primer maestro fue Juan Carlos Gené. Además de él, los profesores que me entrenaron como actriz fueron Augusto Fernández y Ricardo Bartis. Ellos fueron tres personas importantísimas en mi vida, sobre todo Gené y Bartis. Luego, ya de grande y por más de dos años, realicé cursos de dramaturgia con Daniel Veronese y Alejandro Tantanian, pero tenía otra edad. Gené fue decisivo para mi vocación y mi carrera, no sé qué hubiera pasado si hubiera estudiado con otra persona, quizá, hoy no sería actriz. Yo necesitaba un encuentro. Cuando vas a abordar algo que no es tan frecuente, hay que tener una convicción muy férrea y si alguien, por algún motivo, te desalienta, a lo mejor no seguís en carrera. Me parece que él fue una persona muy propiciatoria para que yo descubriera el tema de la actuación. Fue una persona estimuladora, quiere mucho el teatro y supo la manera de introducirme en lo que es el teatro.

¿El teatro es su ámbito preferido para trabajar?
Sí, me parece que sí. De todos modos, cuando se da la posibilidad de algo bueno, disfruto mucho también en la televisión. Cuando empecé a trabajar, el tronco era el teatro, donde estuve por muchos años interrumpidamente. Aunque, inmediatamente, también empecé con la televisión. Pero en los últimos años, empecé a parar porque no me gustaba hacer una cosa detrás de la otra. Al principio, cuando uno empieza en esta carrera, quiere trabajar, quiere que lo conozcan y desarrollar un montón de aspectos. Después, con el tiempo, uno quiere elegir, estar en los lugares en los que piensa que se va a sentir mejor y va a poder hacer más su juego.

Parece que algunos actores no pueden prescindir de la pantalla, aunque no es su caso.
Hay gente a la que le gusta mucho trabajar y no lo puede dejar de lado. Hay otros que no pueden estar sin aparecer y, otros, que necesitan trabajar. Hay que entender que, en la televisión, cuando estás, se tiene cierta vigencia, cuando no estás, desapareciste. Pero uno no puede estar con ese índice de la tele en lo personal. Si uno es convocado y querido se siente reconocido, pero uno tiene que luchar contra eso porque, si te crees eso, estás perdido. A veces, el ser humano pretende ser reconocido todo el tiempo. Me pasó que, en los momentos en los que no estuve trabajando, por elección o no, nunca resultaron momentos perdidos, sino al contrario. En ese tiempo, una piensa, reflexiona, se cuestiona, se deprime y se pregunta “hacia dónde voy”. Todo eso se graba en tu ser y te construye como persona y, cuando agarrás un trabajo, tenés otra energía. Sé que parezco medio oriental, pero, en un punto, no hay pérdida. Siempre que estemos hablando de situaciones en las que no hay apuros económicos.

¿Sigue tomando clases de filosofía?
Sí, pero no soy una entendida, tomo una vez por semana. Cuando puedo, hago otras cosas que me gustan, voy mucho al teatro, al cine, necesito tener un espacio que no sea la diaria de la televisión, porque si no, uno se agota.

¿Cómo ve la decisión de su hija de ser actriz?
Me encanta que Ana sea actriz, y eso que, conscientemente, nunca la estimulé para que lo fuera. Pienso que algo pasó allí, que tiene que ver con el padre, él la llevó a estudiar teatro. Fue una sorpresa muy grata para mí. Ella está haciendo su camino, ojalá que el hecho de que su madre sea actriz no represente ningún obstáculo. De todos modos, la veo con mucha autonomía.

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