La actríz fue entrevistada por Tete Coustarot para el semanario Democracia, y realizó repaso por su carrera artística.
Busnelli comentó como fueron sus primeros pasos, “Al principio era como cualquier juego infantil; me disfrazaba y hacía que actuaba. A los 8 años fui empujada por mi mamá al Teatro Infantil Labarden y la verdad que yo lo odiaba; todos los compañeros me parecían más grandes y encima había entrado medio por recomendación, lo me hacía pensar que no tenía las facultades necesarias”.
Una vez afianzada su vocación de actriz comenzó a considerar al escenario como “un espacio de total libertad para mí. Creo que la combustión de todo lo que se pudo y no se pudo, las perturbaciones, los placeres, están ahí. El escenario es el yacimiento de todo y uno puede, en el mejor de los casos, convertirlo en oro”.
En cuanto a la imagen que brindan sus interpretaciones, aclaró que “No soy tan libre en mis relaciones personales. Siempre digo que soy la mejor amante en la ficción, la que sabe más de sexo, de violencia, de perversión. Claro, cuando los tipos me vieron trabajar en “Historia de un trepador”, se pensaron que era una “comehombres”, pero no es así. En la vida real soy una nena de 15 años y no sé de qué se trata”.
Busnelli resaltó que en su amplia carrera “existen cosas que fueron buenas desde el punto de vista artístico y que tuvieron repercusión, pero también cosas buenas que no fueron populares y para mí son importantes".
Y resaltó que, "Hasta que la muerte nos separe”, con un director francés, música de un francés y además la actriz francesa, fue una obra que me dio muchísimas satisfacciones. Ahora nos invitaron para hacer una gira en Francia. Realmente me encantó hacerla, sentí que era muy libre en ese espectáculo; no me importaba si le parecía bien o mal al público, era feliz. Y otra obra que tengo que resaltar es “Los padres terribles”, que hice con Luis Machín en en teatro El Cubo".
Busnelli comentó como fueron sus primeros pasos, “Al principio era como cualquier juego infantil; me disfrazaba y hacía que actuaba. A los 8 años fui empujada por mi mamá al Teatro Infantil Labarden y la verdad que yo lo odiaba; todos los compañeros me parecían más grandes y encima había entrado medio por recomendación, lo me hacía pensar que no tenía las facultades necesarias”.
Una vez afianzada su vocación de actriz comenzó a considerar al escenario como “un espacio de total libertad para mí. Creo que la combustión de todo lo que se pudo y no se pudo, las perturbaciones, los placeres, están ahí. El escenario es el yacimiento de todo y uno puede, en el mejor de los casos, convertirlo en oro”.
En cuanto a la imagen que brindan sus interpretaciones, aclaró que “No soy tan libre en mis relaciones personales. Siempre digo que soy la mejor amante en la ficción, la que sabe más de sexo, de violencia, de perversión. Claro, cuando los tipos me vieron trabajar en “Historia de un trepador”, se pensaron que era una “comehombres”, pero no es así. En la vida real soy una nena de 15 años y no sé de qué se trata”.
Busnelli resaltó que en su amplia carrera “existen cosas que fueron buenas desde el punto de vista artístico y que tuvieron repercusión, pero también cosas buenas que no fueron populares y para mí son importantes".
Y resaltó que, "Hasta que la muerte nos separe”, con un director francés, música de un francés y además la actriz francesa, fue una obra que me dio muchísimas satisfacciones. Ahora nos invitaron para hacer una gira en Francia. Realmente me encantó hacerla, sentí que era muy libre en ese espectáculo; no me importaba si le parecía bien o mal al público, era feliz. Y otra obra que tengo que resaltar es “Los padres terribles”, que hice con Luis Machín en en teatro El Cubo".
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