domingo
MUY FELIZ DIA DE LA MADRE!!!
BESOS 1000000000
SILVY
jueves
HOY GRAN ESTRENO!!!
"Para no creer hay tiempo"
Mirta Busnelli
En la muy buena obra "Hasta que la muerte nos separe" comparte escenario con Javier Lorenzo y Celina Bodis.
En una entrevista dijo respecto a los premios: “mi mayor reconocimiento es el de mi misma”. ¿Es sencillo medirse a usted misma?
-No. Obvio. Y además la opinión de vos mismo también se forma un poco con las miradas que has recibido.
-¿Cómo separa la paja del trigo, por decirlo de alguna manera?
-Por un lado tengo alguna experiencia y he sido muy insegura. Seguramente en algún lugar lo sigo siendo, pero busco cuándo actúo algo que me sorprenda a mí. Nadie sabe lo que yo estoy buscando, entonces si mi trabajo no gusta, seguro que no me voy a sentir bien. Pero no estoy tan a merced de cualquier gusto. Por ahí puedo escuchar a alguien que pienso que piensa parecido a mí, que conoce mis modalidades, pero en general cuando trabajo estoy viendo si me esta gustando lo que estoy haciendo; y si al otro no le gusta y me señala algo, puedo reconocer también lo que me dice, su observación, porque yo también lo estaba dudando digamos . Porque obvio que el trabajo se hace con otros, en general no podés hace una cosa solo. Entonces hay un intercambio.
-¿Y hace más tiempo, cuando debió mostrar sus cualidades para que los que no la conocían las pudieran apreciar?
-No, más atrás en el tiempo pasé por todas las esclavitudes: desde que me importaba mucho lo que pensaba un profesor mío y yo me imaginaba que el venía al teatro y entonces ya actuaba mal ese día, al que nunca venía a verme pero me imaginaba que estaba sentado en la platea, a merced de esa mirada que solamente la tenía yo: lo ponía en sus ojos por su modalidad, era alguien que en general miraba ahí en el lugar donde no se producía algo interesante. Uno cuando trabaja presenta algo que está dentro de otra cosa también. Dentro de eso que a uno le presentan puede haber núcleos, momentos, actitudes, gestos, luces, cosas que te atraen y otras que te atraen menos. Bueno, esta persona tenía, el defecto digamos, de ir a mirar lo que no le satisfacía, en lugar de por lo menos tener algún goce con lo que le satisfacía. Y en ese momento yo le otorgaba una autoridad muy grande. Y no me hacía bien. Cuando empezás a trabajar, tenés bastante tiempo esclavitud a miradas muy críticas, que seguramente tienen una parte mía muy crítica también, pero que formaba una combinatoria bastante letal. Ahora desde hace tiempo estoy bastante más tranquila, y más allá de que estoy más tranquila, creo que también es como que los engañé, porque en general recibo buenos comentarios. Sin perder la mirada del otro, la última palabra tiene que ser tuya: no puedo hacer algo porque le gusta al otro sin estar convencida de que eso también está bueno. Esa es la aspiración máxima.
-Acerca de “Hasta que la muerte nos separe”, decía que necesitaba trabajos que le dieran placer, que le gustaran desde algún lugar.
-Desde varios lugares. Una que haya gente que me guste que esté en el proyecto, es lo primero que me mueve. Este proyecto es muy atípico, porque la única persona que conocía era Javier (Lorenzo). La persona que me lo presenta me manda por Internet una carpeta muy prolija, por qué la hacía y qué sé yo. Eso era un miércoles o un jueves, el lunes ella se iba y quería ver si me podía ver antes de irse a Francia. Me sonó rarísimo y no le di bola, en general los proyectos no vienen así, me llaman por teléfono y me proponen algo. Entonces hablando con una gente en un estreno de una película, cuento esto y mi hija me dice: ¿no serás un poquito prejuiciosa?, ¿por qué no lo mirás? Entonces llamé, pero desestimando. Me encontré con Celine y me cayó re bien. Leí la obra, después el director no estaba, y sin director no la iba a hacer. Y cuando vino a hacer la puesta, que tenía un mes nada más, me encantó y fue todo optimo.
-¿La mueve la idea de aprender algo personal, para su vida, del personaje que le toca?
-Me mueve la idea de que algo me sorprenda, que encuentre algo y diga esto es nuevo, es de otra manera; eso es lo que más me mueve. Después en todo trabajo y en toda agrupación de trabajo que quiere algo siempre hay algo terapéutico: te empezás a querer, querés el trabajo, querés el bien del otro y le decís cosas que le sirven y si alguien está mal se lo sostiene y siempre te enriquecés.
-Es como la fantasía de que la felicidad es posible.
-Claro y en ese momento de alguna manera es posible...
A Mirta Busnelli se le ilumina la mirada. Algo en ella indica que conoció la felicidad, bien tan preciado, arrebatado a menudo con la forma excelsa de la mediocridad: la que dispara sobre lo ajeno por no soportar lo propio, la que sólo busca la desigualdad material y festeja y acicatea la igualdad anodina pretendiendo libertad. Busnelli parece una de esas personas que brillan, y que no se sabe bien por qué determinada razón, y una entrevista por lo general no tiene posibilidad de descubrirlo, cuida eso que, al decir del antaño Fito Páez, es una luz que llevamos dentro que no hay que dejar escapar, jamás. En el brillo de esa mirada, Busnelli refleja la dicha de ese tesoro.
“Sí, le decía a Javier (Lorenzo): parece que estoy en una película de Disney; como diciendo: uno se esta engañando. Y él me dice, sonriendo: yo también. Y le digo: bueno, creémonoslo, total, para no creer hay tiempo, toda la vida.
Y entonces es fácil creer que sí, la felicidad es posible: Busnelli la conoce.
-Siempre que puede dice que hacer un curso con Ricardo Bartís cambió su rumbo, sin precisar mucho si sólo se debió a la actuación o algún otro aspecto de su vida.
-No sé si busco estar bien laboralmente, busco que me guste a mí, que me guste algo de lo que se produce en el escenario. Y eso en realidad una no termina nunca de pensarlo. Si vos tenés un buen músico por ejemplo, creés que y está mirando música todo el tiempo con eso en la cabeza. ¿Por qué? Por curiosidad, claro. Por estar atraído por ese misterio que es la música, o generar algo que lo sorprenda a él y que sorprenda a los demás por placer de la música. Y en el teatro pasa algo parecido. Yo uso la expresión como “zapar”. ¿Viste como hacen los músicos de jazz? Bueno, generar teatro. Voy al teatro y más o menos lo que hay es previsible, y si te aburrís es inbancable. No me puedo ir porque hay colegas, si no por ahí una se iría. Y sin embargo hay momentos donde se produce, aunque no en toda la obra, algo interesante. Y ahí no hay con qué darle al teatro. En esa proximidad, en esa cosa artesanal, en eso que une un poco con la historia de la humanidad, podés ver esa cosa que tiene el teatro. Y luego desaparece, es una experiencia.
-Es interesante y linda la idea de zapar.
-Hay una escena de la obra que la cambié el día anterior a estrenar para poder decirle al personaje de Javier millones de cosas, porque en realidad se trata de una sarta de reproches. Y para mí el interés es cómo se produce esto para que sea interesante, porque escuchar a una mujer quejándose por su hijo es de lo más aburrido. Y cambiando en una escena el guión no lo perjudico al actor, porque el actor se tiene que bancar ese discurso, más allá de lo que se diga exactamente.
-¿El curso con Bartís coincidió con esa idea que una vez expresó sobre que se empieza a ser actor por amor al teatro, después se preocupa por otras cuestiones de alrededor, se llega a la preocupación por el cartel y un día no se invita a la gente querida a ver la propia?
-Sí, fue más o menos al mismo tiempo de esa idea de que al principio uno quiere actuar bien, después darse a conocer, después acceder a otros trabajos con personajes más grandes, después con gente conocida, ganar más plata, tener mejor cartel y ya después ni se acordaba muy bien lo que quería. Entonces no se acuerda muy bien qué es lo que lo une a esta tarea, más allá de que a alguno le importara más una cosa u otra y pudiera hacer bien su trabajo. En un momento sentí que por ahí no era que estaba haciendo algo mal, que incluso estaba bien, e incluso tenía buenas críticas y fui a una muestra de Bartís y me di cuenta de que ahí había más teatro que todo el teatro que había en Buenos Aires. Y sentí la necesidad de producir algo equivalente. Decidí estudiar con él no hace mucho, ya de grande, grande enorme, hará como quince años o un poco menos. Me interesó mucho la manera de producir de él. Cada persona que se interesa en el teatro y hace cosas interesantes te da algo que te muestra un camino propio, bueno, a mi me resulta muy, muy atractivo.
-¿Por qué busca cuando todos parecen tener la vida resuelta?
-Sabés bien que nadie tiene la vida resuelta.
-Pero viven como si la tuvieran.
-Sé que soy una actriz que trabajo más o menos bien, que mi trabajo gusta, y en ese sentido puedo no seguir dudando. Eso no quiere decir que cada trabajo es un nuevo desafío en el sentido de que es una incógnita, que haber hecho bien el anterior trabajo no me garantiza nada: lo tengo que hacer; significa que tengo que ver cómo hago para crearlo. Sí, lo puedo hacer repitiéndome, pero lo hago sin pensar en la novedad, en lo que significa la novedad de con quién estoy trabajando, o del personaje. Es como si a mí me hicieras las mismas preguntas que a cualquier otro. Algunas podrán valer para cualquiera, pero cada entrevista depende de la persona, de cómo te sentís vos, que interés tenés en hacer la nota, toda una serie de cosas nuevas cada vez. Y además nadie puede decir que ya está porque te puede doler la panza, pisar un auto, te podés enamorar, alguien cercano tuyo tener un hijo, conocer a alguien que te pida por favor que te vayas de viaje con ella o simplemente puede entrar la luz por la venta de tu casa y vos sentir que la viste por primera vez porque nunca la miraste así. *